Alicia Petrashova
Fotógrafa freelance de origen ruso y residente en España desde los 12 años. Mi pasión es la fotografía, pero también las personas, y de la unión de ambas nace un único deseo, que es el que mueve mi trabajo.
Creo en la bondad del ser humano, creo en la belleza a pesar de la barbarie y pienso seguir buscándola allá donde otros la dan por perdida.
Raquel Ferrando
Escritora en ciernes con gran conciencia social y una sed de conocimientos inagotable, con especial interés por las relaciones humanas.
Deseo plasmar las voces hasta ahora ignoradas en papel; el dolor, el alivio, el miedo, dibujados en palabras como solo la lírica sabe hacerlo, para poder ser escuchados con los ojos.
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Última Parada: Libertad “En la ruta de los refugiados” es una idea que apenas nos atrevíamos a soñar en Septiembre de 2015. Era una ilusión nacida de la frustración y las ganas de no quedarnos quietas y cegadas por los medios de comunicación que parecían jugar al escondite con la información de lo que sucedía desde hacía ya casi cinco años.
Decidimos luchar y creer que podíamos hacerlo, caminar de puntillas entre los “no lo conseguiréis” y las caras incrédulas, las risas nada disimuladas de personas que no creían que seríamos capaces de conseguir el dinero necesario y la sorpresa cuando un buen día, compramos los billetes de avión porque gracias a otras tantas personas que sí creyeron en nosotras, lo habíamos logrado.
El viaje fue todo lo que habíamos esperado y mucho más. Pasando por los momentos más amargos y los más dulces. Tan dulces algunos, de hecho, que son los que más nos duelen aún a día de hoy. En todo momento queríamos ayudar y dar voz y protagonismo a todas aquellas personas, muchas de las cuales nos sentimos afortunadas de poder llamar amigos, pero no éramos más que meras espectadoras del desastre. O al menos así nos sentíamos.
Era una lucha interna constante entre dejar la cámara y saltar al agua en un desembarco, u olvidarse de la libreta y no hurgar en el dolor de la persona que en ese momento te hablaba con el corazón en la mano y una sonrisa en la cara. Porque aunque en ambos casos el fin fuera que su historia sirviera para algo positivo y mucho más grande que aquellos momentos, era imposible no sentirse una hipócrita.
Ahora, una vez de vuelta, sabemos que nuestro trabajo es el resultado de dos meses y medio de sonrisas y lágrimas (la mayoría del tiempo de manera simultánea) y que, efectivamente, es mucho más grande que nosotras o que cómo nos sintiéramos en esos momentos. Haber concienciado a una sola persona ya habría sido suficiente para cumplir lo que realmente fuimos a hacer allí, y sabemos que tenemos la suerte de haber influido en muchas más.
De modo que gracias, a todas las personas refugiadas que no solo han quedado retratadas en nuestra cámara o libreta, sino también en nuestros corazones, y a todos los que nos apoyáis y habéis decidido, ya sea por nosotras o por lo que fuera, no mirar hacia otro lado.
Porque realmente, Última Parada: Libertad no somos solo nosotras, somos todos.