Cruzamos a Macedonia como quien va a hacer la compra a la calle de enfrente. No pudimos hacer otra cosa que reírnos ante la cara extrañada de la oficial en las aduanas al ver a dos mujeres con mochila cruzando la frontera a pie.
Tavanovce nos pareció un lugar agradable a simple vista, si dejabas a un lado las verjas y el alambre de espino. Tener que hacer de una cárcel tu hogar no debe de resultar nada fácil.
Allí estuvimos con los voluntarios de Winter Clothes, que han estado haciendo un trabajo magnífico durante el invierno. Ahora que el mal tiempo ha terminado, la idea era seguir ayudando, por supuesto, en la cocina o dónde hiciera falta. El problema es que el gobierno se ha hecho cargo de todo, y eso no es bueno para nadie.
Cualquiera pensaría que es una buena idea, que es genial que el país tome por fin las riendas y haga algo positivo. En la práctica, lo que está pasando es que han empeorado las condiciones en todos los aspectos del campo, incluyendo la comida, que huele tan mal que resulta incomible. De este modo, esperan incitar a los que quedan a marcharse, a intentar cruzar a Serbia.
Por si esto fuera poco, las autoridades les incitan también de manera explícita, contándoles que las fronteras están abiertas y que podrán cruzar al país serbio. Cuando, agotados de la espera y exasperados por las condiciones del lugar, emprenden tal camino, las autoridades serbias les esperan para deportarles, no a Macedonia, sino a Grecia.
Y así planean desmantelar el campo, un plan que está peligrosamente cerca del éxito.
En el sur de Serbia hay dos campamentos de refugiados pero solo uno activo, aparentemente. Miratovac ha sido vaciado pero sigue siendo controlado de manera exagerada por los militares y la policía serbia.
En el campo de Presevo estuvimos con la ONG Remar, que nos guió por sus instalaciones y dónde conocimos a muchísimas personas refugiadas que, como todas las anteriores, están deprimidas. Una señora de unos 60 años, mientras fumaba un cigarrillo, nos decía que estar allí la estaba volviendo loca.
El campo está prácticamente vacío, ya que corren rumores de que en la frontera con Hungría se dejaba pasar a unos 10 o 30 refugiados por día, y en menos de una semana 400 personas abandonaron el lugar. Aún no sabemos cómo lo hicieron, pues Presevo no deja de ser otro centro de retención, donde la entrada y salida está totalmente controlada.
Vamos acercándonos a Alemania, poco a poco, pero la esperanza sigue rompiéndose a cachitos en los corazones de esta gente.
Deja una respuesta