En los últimos días el miedo es constante. El tratado de Europa con Turquía ha supuesto una fuerte presión a la situación que ya estaba a punto de ebullición.
Los campos de Lesbos han sido vaciados casi por completo, y las embarcaciones nuevas que llegan a la costa griega son interceptadas. A sus integrantes les esposan de manos y pies y les meten en un ferry hacia Atenas o Kavala, para terminar en un campo militar donde se decidirá su futuro, que muy probablemente incluye un viaje de vuelta a Turquía.
Los refugiados en Idomeni ya nos preguntaban constantemente si sabíamos algo nuevo acerca de la situación de las fronteras, pero ahora se preguntan por su situación en general. Saben lo que ha pasado en las islas y temen, acertadamente, que vayan a ser los siguientes en ser desmantelados.
Ante la desesperación, los refugiados han convocado huelga de hambre. No permiten a ningún vehículo acceder al campo a través de las vías del tren. Esto incluye tanto los furgones policiales como los de voluntarios que traen comida. Ayer, incluso, hubo dos jóvenes sirios que se prendieron fuego como forma de protesta.
Hoy las manifestaciones continúan a pesar de que las lluvias han vuelto, y no parece que vayan a cesar pronto, ya que la situación tampoco tiene previsiones de mejora sino todo lo contrario.
Esperamos que esta huelga de hambre dé el resultado que se merece, ya que, con comida o sin ella, estas personas están muriendo en vida.
Deja una respuesta