El día 4 de Abril comenzaron las deportaciones desde las islas griegas a Turquía. Tras el primer día y debido a las protestas de los refugiados, las autoridades griegas prometieron pausar las deportaciones hasta que se aseguraran de que Turquía era un país seguro para los refugiados.
Obviamente, esto resultó ser solo una mentira más en este juego que Europa ha comenzado y en el que ellos, y solo ellos, hacen las normas.
Hoy, a las 2 de la mañana, las autoridades helenas han entrado al campo oficial de Moria para empezar a movilizar a las personas a los autobuses poco a poco y en silencio, de modo que nadie les viera realizar la vergüenza que estaban a punto de acometer.
Los voluntarios se han dado cuenta y se han congregado en las carreteras, que ya tenían antidisturbios esperando, y en el puerto. Una vez los autobuses llegaron, les subieron al barco que les llevaría a Turquía. Como no podía ser de otra forma, los refugiados han sido tratados como delincuentes con riesgo de fuga, y eran transportados a la embarcación cogidos por el brazo por un integrante de Frontex.
La agencia europea ha asegurado, sin pudor alguno, que estas deportaciones son en realidad “salidas voluntarias”. Dentro de poco la longitud de su nariz no les dejará caber ni en su propio ego.
Algunos locales fascistas autoproclamados han acudido a gritar a los voluntarios que se fueran del lugar y dejaran que “se lleven a esa gente a su país”. Este encontronazo ha terminado en las manos con algunos de los presentes, lo cual no es de extrañar, contando con que integrantes del partido “Amanecer Dorado” acudieron a la isla de Chios a agredir de manera contundente a refugiados y voluntarios, causando daños graves en varios de ellos y obligándoles a refugiarse en el ayuntamiento de la ciudad.
Hoy hemos presenciado la muerte de Europa, y nuestra vergüenza por pertenecer a esta unión egoísta y sin escrúpulos crece a pasos agigantados.
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