Lo queramos o no, lo cierto es que vayamos donde vayamos somos llamadas “periodistas” con un significado peyorativo. Era algo que siempre quisimos evitar, pero aquí, si vienes a documentar la situación, no puedes ser otra cosa.
Lo cierto es que no somos nadie para analizar una situación que se escapa del alcance de nuestro entendimiento. Aquí venimos a ver, conocer y transmitir todo aquello con lo que nos vamos encontrando. Para los demás parece que jugamos a ser periodistas, y eso conlleva que seamos cínicas, cámaras sin alma, meras espectadores del desastre; o eso dicen.
Somos juzgadas cada vez que buscamos retratar una situación, cada vez que pisamos un campo cámara y libreta en mano. Como si la cosa no fuera con nosotras, como si realmente no sintiéramos nada. Y te preguntas si realmente algo de eso es cierto, si el dolor que sientes no es dolor, si las situaciones que cuentas te son tan ajenas como todos creen. Si por no ayudar activamente como voluntario eres menos útil o valioso. “Pero si tú solo haces fotos” ó “si tú solo escribes, por qué no cuentas más detalles sobre esta vida o aquella?”. Comentarios que nos persiguen gritándonos en silencio que no somos lo bastante buenas para merecer siquiera estar aquí.
Lo que ellos no saben, es que todo quien se cruza con el objetivo de Alicia o que queda congelado en el tiempo en mi libreta, es ya parte de nosotras. No son historias aisladas y enviadas al olvido, no se resumen a un buen trabajo o al número de “me gusta” que obtengamos en las redes. Se convierten en nuestros propios fantasmas, en las ganas de pedirle a todas las divinidades que puedan existir que quede algo de humanidad en los que toman decisiones desde su mansión, intercambiando vidas por copas de champange.
Lo que ellos no saben, es que cada noche tan larga como el día, y cada día tan corto como la noche, están plagados de imágenes, de momentos, de historias, que nos persiguen sin descanso y no nos deja pensar con claridad. Y las horas son invadidas por lágrimas que no salen pero que duelen, que te empujan hacia el borde del abismo donde esperas de puntillas la gota que colme la desesperación de tu vaso.
Pero no importa lo que sea real o no, no vale la pena tratar de convencer a nadie de que somos tan humanas como ellos, porque en definitiva solo somos una cámara que ve y un corazón que no siente.
Paco dice
“nada hunano me es ageno” lo dijo un hombre sabio, .Gracias por crear consciencia la única ayuda REAL .