Pakistán no es una zona en conflicto, todo el mundo lo sabe. Por ello las personas que intentan conseguir asilo en Europa son calificados como “inmigrantes ilegales” y no como “refugiados”. Es normal, ya que ellos solo se aprovechan del éxodo y de la situación con la guerra de Siria.
A pesar de ello, nos encontramos con que hoy mismo ha habido un atentado en Lahore que ha causado al menos 70 muertes. Pero probablemente esta terrible noticia no sea tal, ya que los pakistaníes son todos peligrosos, terroristas entre terroristas. Supongo que es una buena teoría, claro que el hombre que llevaba el chaleco que decidió segar vidas esta mañana lo hizo en un parque infantil. La mayoría de las personas fallecidas eran mujeres y niños que estaban celebrando la pascua.
De hecho, algo que no mucha gente sabe ni quiere saber, es que solo en el 2015 Pakistán ha sufrido la desoladora cantidad de 625 atentados. Si algo así sucediera en Europa, el país ya llevaría vacío mucho tiempo y se habrían puesto cartas en el asunto.
Pero es sencillo decir que estas personas no necesitan asilo, porque, admitámoslo, resulta agradable vivir en un país donde sales de casa sabiendo que cada día hay 1,71 atentados. Total, casi dos atentados al día, con suerte mañana estarás vivo para contarlo.
Decir que Pakistán es una zona fuera de peligro roza la vergüenza ajena y la bufonada. Pero admitir que sí lo es supone reconocer a su vez que durante todos estos años Europa no ha hecho nada ante una situación inhumana y extrema, y eso no es un plato de gusto.
Todos estamos felices en nuestra burbuja, y es cómodo continuar pensando que en su país están mejor, que tienen otras costumbres y serán incapaces de adaptarse a la sociedad, pero ¿tan malo es pensar en una sociedad intercultural?
La interculturidad supone la convivencia de diferentes culturas desde una idea de respeto e igualdad. No habla, en ningún momento y bajo ningún concepto, de perder la nuestra propia. A esto cabe añadir que nadie se ha quejado de la americanización que ha bañado a Europa y que ha hecho más daño en las culturas independientes que cualquier otra en cuestiones de propiedad y costumbres. Pero eso no parece suponer un problema para todos los que hablan de la “invasión islámica” que nos amenaza.
Es muy fácil hablar de una cultura como violenta, pensar que está formada pura y exclusivamente por extremistas y alimentada por el odio. No lo es tanto, sin embargo, aceptar un cambio, admitir nuestro error; dar un paso atrás y echar la mano adelante para ofrecérsela a alguien que lo necesita. Es muy fácil, porque ellos simplemente son “inmigrantes ilegales”.
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